miércoles, 5 de diciembre de 2007

Pero no mía ni de Dios ni de nadie, ni tuya siquiera.

Biblioteca. Miquel Barceló

Mi amado Baruch Spinoza afirmaba: " Es preciso advertir que los disgustos y el infortunio del alma tienen principalmente su origen en el exceso de amor hacia alguna cosa, pues todas están sometidas a constantes cambios y nadie puede realmente ser dueño de ellas " ( Ética demostrada según el orden geométrico )

Nadie puede ser dueño de nadie ni de nada, porque nada permanece lo suficiente en su ser como para posibilitar esa posesión.

Sólo de sombras, de ausencias, de quimeras, de tránsitos, podemos reclamarnos amos. Nuestro dominio en el sentido feudal, tiene un rebaño dolorosamente espectral.