martes, 26 de febrero de 2008

La madrugada del 10 de mayo de 1940


Alemania invade Polonia en setiembre de 1939. Le sigue Finlandia el 30 de Noviembre, Dinamarca el 9 de abril de 1940 y al día siguiente, Noruega...

Nueve de mayo de 1940 : Hitler sale de Berlín en automóvil. A las 4,38 toma un tren hacia Hamburgo, pero al caer la noche, el tren invirtió su marcha y comenzó a rodar velozmente hacia el sur, hacia Hannover, a donde llegó a las 9 de la noche... Sólo Hitler y sus más próximos colaboradores conocían el destino de aquel misterioso tren, que no paraba en ninguna estación y que, para mayor seguridad, había dado marchas y contramarchas hasta alcanzar, hacia las 4 de la madrugada, la estación de Euskirchen, al suroeste de Bonn. Luego, en automóviles que esperaban camuflados en aquella pequeña población, Hitler y sus acompañantes recorrieron la zona de Hohe Eifel, de cuyos pueblos habían sido eliminados los carteles indicadores.

A las 5,30 de la mañana del 10 de mayo llegó el grupo a una pequeña colina, donde una posición antiaérea les sirvió de refugio. Amanecía. Un sordo rumor avanzaba por todos los valles próximos: la Wehrmacht se acercaba a la frontera belga.

A las 5,35, un inmenso trueno comenzó a escucharse en el este y avanzó cada vez más grande hacia el oeste: centenares de aviones de la
Luftwaffe cargaban contra Bélgica. Lieja estaba a menos de 50 kilómetros en línea recta.

Hasta el refugio de
Hitler, tenso y pálido por la emoción y con la mirada perdida en las tierras belgas contiguas a la frontera, comenzaron a llegar los primeros rugidos de la artillería. Había comenzado la guerra en el oeste: la Segunda Guerra Mundial.

sábado, 23 de febrero de 2008

LA BELLEZA EN PELIGRO


La belleza en peligro se vuelve más hermosa (Andy Warhol)

Sabemos por El banquete de Platón, que el grado superior del amor se da en la esfera de la inteligencia. Y en lo más alto, la pasión por la ciencia misma de lo bello, cuyo conocimiento es la perfección. La enseñanza que Platón pone en boca de Sócrates es el proceso por el cual el amor a un cuerpo bello ha de conducirnos a amar todos los cuerpos bellos y tras ello al amor de todas las cosas bellas y de ahí a la Belleza en sí que resulta idéntica a lo Bueno.

Plotino y los neoplatónicos, lo denominaban Filocalia. Amor a lo bello, y por consecuencia a lo que es más bello que lo bello, lo bueno. Una persona bella es transparente; su belleza me lleva a otra, me impulsa hacia delante y me deja solo frente al misterio, no de la belleza de esa persona, sino de la belleza misma.

El príncipe Mischkin, el personaje de Dostoievsky, protagonista de El idiota, hace un juego de salón con unas muchachas, hijas de un general. Ellas le piden que trate de averiguar cómo es su carácter tan solo por sus rasgos faciales. El príncipe, bien que mal, va describiendo a las muchachas y aventurando sus opiniones, hasta que llega a la más hermosa. Es entonces cuando susurra: “De usted no sé nada, su belleza me impide verla...”.

Así la belleza, en el sentido platónico, es el estado habitual de las cosas y la tragedia del mundo es que hay demasiados feos. Esto se mejoraría a través del mestizaje, igual que aumentan en fertilidad y vitalidad las plantas cuando, estando lejos, llevan sus semillas las unas a las otras. En lugar de la inseminación con lo contiguo, como, por ejemplo, en las casas reales, que dio lugar a malformaciones y taras, con un poco de mestizaje probablemente se contribuiría a reducir la enorme cantidad de fealdad, que sostiene las cosas como están …

Hay así algo estético en cada travesía, no sólo en la travesía física, sino también en la interior, de nuestras rutinas : los cambios nos embellecen, o al menos potencian lo más bello que pueda haber dentro de nosotros. La hermosura, entendida como inestabilidad afortunada y fatal, nos atrae a los lugares remotos, pero también es el motor que nos proyecta hacia lo diferente. Basta ser feo o creerse feo para quedarse siempre en un rincón.

En Las mil y una noches se nos dice “Todas las cosas bellas gustan de viajar. ¡Hasta las perlas salen del fondo del mar y atraviesan las inmensidades para colocarse en la diadema de los reyes y en el cuello de las princesas !” . Siendo la vida tránsito y exilio, la inquietud, el desarraigo, la partida, son las principales virtudes de nuestra especie. Todo lo que realmente merecemos lo tenemos alejado.

Lo que nos ata hasta inmovilizarnos en la rutina es siempre algo espeso. Echar raíces es cobarde: asentarse es asentir, decir sí a todo . Por eso señala Pessoa: “No me subordino sino por atavismo y siempre hay razones para emigrar para quien no guarda cama” (Passagem das horas, como su heterónimo Álvaro de Campos, 1916).

El encanto, el atractivo, son potencialmente asociales. Más que depender de la juventud y de la belleza, dependen del carácter y de la disposición, pues el deseo atrae al deseo. Asociales porque atacan a las estructuras establecidas inamovibles, provocan, hacen salir del letargo.

martes, 19 de febrero de 2008

El efecto seductor

Giulio Romano: Seducción de Olympia



Detrás de la apariencias no hay nada. (O, “lo más profundo es la piel“. Paul Valéry).

"Sólo existe el ritual y el ritual es del orden de la seducción. La seducción es misteriosa, enigmática. ¿De dónde puede proceder la idea insensata de poder confiar el secreto? ¿De exponer la sustancia desnuda, del desvelamiento? ¿De qué? De nada , justamente, no hay nada que desvelar. Lo real no existe, nunca ha existido, la seducción lo sabe y conserva su enigma. ...El secreto jamás debe ser desvelado so pena de caer en una historia banal “ (Baudrillard. Las estrategias fatales).

"Es el precio de la seducción.. Un detalle esencial: lo que oculta el secreto en absoluto es ininteligible, al contrario, es totalmente inteligible, por eso no debe desvelarse. En cambio, el campo de las apariencias, al estar expuesto ya de entrada, al estar revelado de entrada, no tiene más que ocultar y no hay que pasar de ahí." (Op- cit)

Las cualidades del seductor las condensaba Baltasar Gracián en El héroe. dentro del concepto que atribuía a la palabra “despejo” : “El despejo – consistiría en “una cierta airosidad, una indecible gallardía tanto en el decir como en el hacer y hasta en el discurrir”.

El encanto del seductor se hallaría en ese vacío, en esta holgura: El seductor ofrece un aforo vacío que cada cual puede llenar con lo mejor que desee, de acuerdo a la oportunidad y las conveniencias.

En 1630, unos años antes de El héroe de Gracián se publicó El burlador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso de Molina. El Don Juan de Tirso es un granuja que consigue sus propósitos haciéndose pasar por otro o mediante falsas promesas de matrimonio.

Don Juan acude a una cena, a la que le invita el espíritu del Comendador- el Convidado de Piedra ( una estátua) - siendo aquél un espectro pero arriesgándose a su venganza mortal. A pesar de ello ¿cómo es que Don Juan comparece para cenar? La explicación se halla en el irresistible atractivo que posee para él.

La parte final del drama, la invitación del Convidado de Piedra a la cena, contiene la muestra de una seducción. La explicación debe buscarse en la virtud barroca de la indiferencia. El Convidado de Piedra es precisamente un modelo inaccesible de indiferencia. “Es un hombre temible – dice el criado de Don Juan-, él es de piedra y tú eres de carne”.

Los éxitos de Don Juan fueron obtenidos con mentiras mientras el éxito del Convidado de Piedra  está en la atracción de su vacío. La lógica de la seducción se impone. De ahí el gran poder de seducción de los objetos, y de las personas que, como los objetos, nos ignoran. El objeto es indiferente a nuestro deseo y eso potencia el deseo como un imán.

Por eso no se debe uno abrir, ni dejarse ver ni dejar que se llegue el centro de sí (que alberga un inmenso vacío) . Ya decía Oscar Wilde que no hay nadie más aburrido que el que no deja nada por decir. Charles Baudelaire publicaba en 1853 en Le Monde Littéraire uno de sus ensayos más lúcidos y originales Moral del juguete , donde habla de la manía de los niños de destripar los juguetes como buscando su alma, para acabar decepcionados al comprobar que en el fondo no hay nada.

En El indeferente de Marcel Proust se cuenta la historia de Medeleine de Gouvres, bellísima, en quien se centran todas las miradas, pero atraída por la indiferencia de un tipo nada excepcional, Lepré.

Su indiferencia hacia ella desata en Madeleine todo tipo de pasiones. Madeleine, que era indiferente a toda solicitación, con la indiferencia de Lepré hacia ella, esa indiferencia de ella se transforma en pasión.

Otro ejemplo drástico: La princesa de Cléves de Madame La Fayette. Una obra del siglo XVII: La joven encuentra al duque de Nemours, guapísimo, encantador, el más famoso Don Juan de Francia; ninguna mujer se le resistió. Pero la princesa se le resiste y él, precisamente por esa resistencia, termina por enamorarse de ella. La princesa, en este momento, se ve ante una opción dramática: está enamorada desesperadamente, pero sabe que si se entrega, pasará a ser la última de sus conquistas. Si desea ser amada por él, para siempre, debe eludirlo, para que él nunca pueda tenerla. Y esto es lo que hace., retirándose a un convento.

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Pero la vulnerabilidad también es imprescindible. Tiene que haber distancia, ahora bien es evidente que nadie apostaría por un objeto absolutamente inalcanzable.

Es el ejemplo de Jean Baudrillard en Cool memories I, recordando el placer que teníamos en la infancia al jugar al escondite, y ver pasar a los demás sin que nos descubrieran. Pero ¡qué desolación si no nos encontraban y cuando salíamos del escondrijo veíamos que los amigos se habían ido. ..! Nunca hay que esconderse demasiado bien.


sábado, 16 de febrero de 2008

¿Existieron Astérix y Obélix...



y Panoramix e Idéfix?

Parece obvio que Uderzo y Goscinny se los inventaron. Pero el marco histórico existió. Es evidente que Julio César conquistó la Galia y aplastó la rebelión del noble averno Vercingétorix en el años 52 antes de Cristo, en una fortificación llamada Alesia.

La fuente que tenemos es La guerra de las Galias, escrita por el propio César, unilateral, claro, donde comenta que fue muy benevolente con los galos vencidos, a pesar de ejecutar a Vercingétorix.

Loa galos guardaban mal recuerdo de Alesia, por la derrota, hasta el punto de que olvidaron su emplazamiento. Hace una docena de años se encontró un pueblecito intacto, en una excavación arqueológica, con empalizada y todo y se hablaba como el pueblo de Astérix por su parecido con los dibujos. Un pueblecito que se conservaba tan bien que quizá nunca fue tomado.

Las costumbres de los galos están bien documentadas en los álbumes de Astérix: es cierto que atacaban en tromba, sin ninguna disciplina militar y que los romanos les tenían pavor. No sólo por su forma de lucha bárbara (desnudos y con cantos bélicos que ponían los pelos de punta - tipo los del bardo Asurancetúrix - acompañados con sonidos de una suerte de trompas con forma de animal) . El horror se acrecentaba al recordar que los galos llegaron a asaltar Roma en el 390 antes de Cristo y en las guerras Púnicas se alineaban con los archienemigos de Roma, los cartagineses.

Los galos, igual que otros pueblos celtas, estaban muy interesados por las cabezas y solían llevarse las de los enemigos caídos en combate como recuerdo. (Ésto no sale en Astérix).

Los druidas también están bien retratados (excepto en la práctica de sacrificios humanos y en que acuchillaban a prisioneros y según sus gestos de dolor interpretaban el futuro). El caldero y el muérdago era piezas fundamentales en sus ceremonias. Y la caída de Obelix en el caldero se refiere a un rito de iniciación: a través del caldero se accedía a otro mundo simbólico y se adquirían poderes.

Y en cuanto a la poción mágica, hay indicios de que algunas familias guerreras de los galos entraban en combate intoxicados con ciertas sustancias y se volvían audaces hasta la locura y no sentían dolor. La fórmula era muy codiciada.

Y en fin , es cierto que los piratas infectaban los mares de la antigüedad, pero nunca tuvieron tan malísima suerte...

miércoles, 13 de febrero de 2008

Hildegard


Ferrol, 1913

La ferrolana Aurora Rodríguez concibe el plan de tener a una hija sin vinculación con el padre. Tras conseguir su propósito, la educó para transformarla en una niña prodigio, y convertirla en la mujer del futuro, lo que consiguió siguiendo su metódico plan.

Aurora se mudó a Madrid y allí nació Hildegard, en diciembre de 1914. A los tres años escribía, a los 8 hablaba seis idiomas. Acabó la carrera de derecho con 17 años.

Desde muy jovencita, además, militaba Hildegard en el Partido Socialista, del que fue expulsada por una crítica, en 1932 - a los 17 años - y se pasó al Partido Federal.

Además fue activista de la liberación sexual en la España de su tiempo y estuvo conectada con la vanguardia europea del asunto - hablamos con 16, 17 años - incluido Havelock Hellis, de quien era traductora. Publicó muchos textos, entre ellos La revolución sexual que vendió, sólo en Madrid y en la primera semana, 8000 ejemplares.

Mi padre, que era Republicano y nació en Enero de 1915, me hablaba de lo famosa que era en la época, de que daba locuciones por la radio, etc.

Mantuvo correspondencia con destacadas personalidades europeas de la época, entre ellos H.G.Wells, a quien hizo de cicerone cuando visitó Madrid.

Lo cierto es que la madre, empezó a sospechar que se alejaba del destino que ella había imaginado para ella, más que nada por una supuesta relación amorosa, y por la paranoia que le había entrado a la madre, la asesinó mientras dormía, con tres disparos en la cabeza, en junio de 1933. Aurora Rodríguez mató a su hija cuando ésta contaba 18 años y, tras sacar de paseo a sus perros, se entregó a la policía. Fue condenada a pasar 16 años en la cárcel y, tras salir de prisión, después ingresó en un psiquiátrico.

El actor y director Fernando Fernán Gómez, dirigió en su día la película Mi hija Hildergard, eligiendo para el papel de Aurora Rodríguez a la actriz Amparo Soler Leal.

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martes, 12 de febrero de 2008

Reinventar el amor

El amor como pintura abstracta o la flecha de cupido. Fernando Zóbel

Soy yo quien te debe todo, porque soy yo quien te ama
(Voltaire, Adelaida de Guesclin)

Decía Rimbaud en Una temporada en el infierno, que hay que reinventar el amor. Dos siglos antes, Spinoza lo definió como “La idea de alegría acompañada de una causa externa”, concepto demasiado amplio, pues entonces me enamoro del pollo asado cuando tengo hambre.

El amor, como la ética, como la alegría, se fundamenta en el entusiasmo . Amar es afirmar de manera entusiasta e incondicional la existencia del otro.

Y en cuanto al otro, no se ponen condiciones ni requisitos a su existencia. Puede ser cualquiera, alto, bajo, gordo, delgado, minusválido. .. Cualquiera pero singular e irrepetible para nosotros.

Amar descubre la verdad del otro. Verdad no de conocer más. La verdad del otro en lo que tiene de singularidad única. Los objetivos de la virtud: generosidad, valor, justicia, los logra el amor sin proponérselo, sin esfuerzo. “Sólo en estado de enamoramiento se acierta a conocer el rasgo ajeno” - señala Eugenio Trías en Tratado de la pasión - “ese que no es intercambiable ni generalizable, ese que es eso y sólo eso”.

Decía Goethe que “ Sentirse amado da más fuerza que sentirse fuerte". Quien nos ama nos da un vigor ilimitado, el que, por otro lado, se propone todo esfuerzo heroico y casi nunca logra del todo alcanzar.

Y tiene un efecto sobre ti mismo: lo más importante es que te conoces de nuevo. Te miras en el espejo y ves que te enfrentas a alguien que es totalmente diferente de la persona que tú pensabas que eras. Porque el amor tiene algo totalmente irracional. Te muestra que todo es más rico, pero también más caótico, más confuso, algo próximo a locura.

Pero otras veces estamos sólo en el otro lado: somos los que amamos, como el poema de Borges dedicado al filósofo que citaba al principio: Baruch Spinoza: (De La moneda de hierro):

El más pródigo amor le fue otorgado / El amor que no espera ser amado

sábado, 9 de febrero de 2008

Una ciudad dentro de un Palacio.


Los 33 metros de altura del Palacio Real de Madrid están divididos en cinco plantas. En la primera y principal, se encuentra el Salón del Trono así como otras salas y salones, la segunda y la tercera eran de uso privado del monarca, la cuarta, oficinas y una quinta, que desde que lo construyó Felipe V, se había dedicado a viviendas de empleados y funcionarios de la Casa Real.

Pérez Galdós, el autor de los Episodios Nacionales, escribe la novela La de Bringas, historia de doña Rosalía Pipaón y su esposo, don Francisco de Bringas, empleado del Palacio Real con vivienda en la 5ª planta. Toda la novela sucede en el interior de dicho Palacio Real de Madrid.

Al parecer, todavía en el siglo XIX vivían allí dentro cientos de familias y nunca se aventuraban al exterior. Por los pasillos se instalaban los vendedores y comerciantes, en los patios había mercadillos, las señoras paseaban a los niños por los jardines interiores, en algunos saloncillos visitaban los médicos, los ópticos y los callistas. Una ciudad entera vivía dentro de un edificio sin el menor contacto con el bullicio madrileño.