lunes, 19 de enero de 2009

El estúpido aburrido

Una de las causas de las atrocidades y la barbarie en la historia es el aburrimiento. Cuando las cosas marchan más o menos bien, lo humanos nos aburrimos y entonces empezamos a meternos con lo vecinos o nos inventamos amenazas sobrenaturales para paliar las emociones que nos faltan. Hasta los poetas lo señalan, Homero asegura que hacen falta expediciones de castigo como la de Troya para que los bardos tengan algo que cantar y Tolstoi advierte al principio de Ana Karenina que "la familias felices no tienen historia", Con razón comenta Nietzsche que más que felices, los seres humanos lo que quieren es estar ocupados.

Elogio de la estupidez de Erasmo de Rotterdam

Pero cada vez debemos dar más importancia en la influencia sobre las desventuras históricas a la estupidez. Ya lo dijo hace tiempo Anatole France, el estúpido es peor que el malo, porque el malo no lo es todo el tiempo y el estúpido sí. Aún peor, la pasión del estúpido es intervenir, reparar, ayudar a quien no pide ayuda... Cuanto menos logra arreglar su vida, más empeño pone en reparar la de los demás.

Es importante hacerse chequeos periódicos a sí mismo para descubrir si estamos incubando el virus de la estupidez. Los síntomas más frecuentes son: el espíritu de seriedad, el sentirse imbuidos por una alta misión, la impaciencia ante la realidad, cuyas deficiencias son vistas como ofensas personales o parte de una conspiración contra nosotros o el dar más validez a la opinión por el cargo o el nombre que por el sentido común, entre otros.

El último test es ver si podemos contestar a quién nos inquiera sobre qué hemos hecho frente a los terribles males del mundo con la modestia de Albert Camus "Para empezar, no agravarlos ..."