viernes, 30 de enero de 2009

La música, el lenguaje y las matemáticas

Decía Heidegger que para él no había música superior al tañido de las campanas en la hora del Ángelus. Y Ferlosio describía una música que arrebataba a los funcionarios árabes de Al-Andalus: el sonido de las túnicas de damasco arrastrándose por los suelos de mármol de la Alhambra.





Las teorías sobre el origen de la música son innumerables; no hay acuerdo. Que es una imitación del grito de los animales , que tiene una función biológica similar al chirrido de las cigarra, que facilita los rituales del celo , que es resultado y memoria del cuidado materno,,,

La teoría que más éxito tiene y ha tenido es la que desde Rousseau supone anterior el canto al habla. Primero empezamos a entendernos con gritos y aullidos (de horror, de deseo, de hambre, de amenaza, de aviso, de placer) y poco a poco fuimos articulando las emisiones hasta convertirlas en magníficas catedrales sintácticas.

No obstante, parece evidente que la música cantada imita al habla. Hay compositores, que han construido todo su arte vocal sobre las peculiaridades de un idioma. Y lo que nos ha llegado de la música arcaica no hace sino imitar las bases rítmicas de los hablantes. Los modos griegos, por ejemplo, o la respiración de los neumas gregorianos. Incluso el ese sonido como de maullido de algunas músicas chinas es similar a la entonación hablada, como comprobamos cada vez que vemos una película con banda original.

La matemática. El compositor Tomás Marco señalaba la fascinación de compositores separados por siglos por la complicidad matemática-música. Y si en 1436 se inaugura Santa María dei Fiori en Florencia con la interpretación de un motete que respondería a las mismas proporciones que la cúpula de la basílica... en la exposición internacional de Bruselas el pabellón Philips (encargado a Le Corbusier pero al parecer obra más bien de Xenakis) respondía al mismo plano que la obra musical de Iannis Xenakis. Erwing Schrödinger sugiere incluso que el descubrimiento pitagórico de que el soporte acústico-ondulatorio de la música encubre determinaciones numéricas, es la base de la confianza en la capacidad de la matemática para dar cuenta de la naturaleza por entero.

¿Cómo sonaba la música en el pasado? Reconstruir una sonoridad instrumental es una cosa y otra muy distinta reconstruir una audición del pasado. Podemos reconstruir una lengua muerta, pero nunca sabremos con qué acento se hablaba.

El pianista y teórico musical estadonunidense Charles Rosen comentaba las transformaciones que el disco ha introducido en el estilo de los intérpretes. La tesis era que la presencia de miles de grabaciones había provocado una severa reacción defensiva en los artistas, los cuales estaban cada vez más pegados a la letra de la partitura y huían con pavor de la libertad interpretativa. Según el ensayista, el mérito del artista actual reposaría, en mucha mayor medida que antaño, en la precisión técnica.

Rosen comentaba las libertades que se tomaban los grandes pianistas de hace cien años, frente a la sequedad y el rigorismo técnico de los actuales.

Un texto del poeta Heine, relacionado y mucho con los músicos de la época, escrito hacia 1840, cuando los “concerti per pianoforte” se impusieron como el gran espectáculo de la burguesía refinada, abunda en lo señalado Los virtuosos se convirtieron en las estrellas mejor pagadas y más admiradas del momento. Para Heine, aquello era abaratar la música.

Este delirio universal de aporrear el piano, y sobre todo las gloriosas giras de los virtuosos del teclado, son algo típico de nuestra época y demuestran el triunfo de las artes mecánicas sobre el espíritu. La perfección mecánica, la precisión del autómata, la identificación del músico con la madera y las cuerdas tensadas, la transformación del hombre en un instrumento sonoro, eso es lo que ahora se exalta y alaba como la cima del arte” -