jueves, 29 de octubre de 2009

Autodominio social

 Norbert Elías mantiene la tesis de que el autocontrol es un signo de civilización. No decrece, al contrario crece, a medida que la civilización se desarrolla. Entre el caos y el orden el maduro Platón, el de El Político opta por el orden. No sólo porque nos conviene para sobrevivir, también y sobre todo, porque nos gusta más.

Como en la teoría freudiana de la emergencia de la cultura, es la domesticación de los impulsos agresivos la que permite la existencia de lo social, y de la sociedad misma sin autodestruirse.

12:42 Clockscape Sunset by Richard Skoropat Richard Skoropat

Hasta el medioevo no existía un poder central, con legitimidad necesaria para obligar a los sujetos a controlar sus impulsos destructivos; a partir de la configuración de un monopolio central de la autoridad, en la formación de los estados modernos, se hace posible el proceso de modelar la emoción individual y colectiva y regular los instintos.

Si entendemos el comportamiento heroico como el comportamiento moral por excelencia por el hecho de que va más allá de lo mandado por el mero deber, jamás podemos identificarlo con el hedonismo sin límites.

Es el placer con mesura, la valentía del autodominio, del escoger y preferir.

sábado, 24 de octubre de 2009

Apuntes sobre Hitler




La peculiar visión de su papel


"¿Qué cualidades ha de tener un caudillo? Sobre todo, su nombre ha de estar en boca de todo el mundo. Por ello introduje el Heil Hitler como saludo, porque contiene mi nombre. Las masas han de tener a su Führer siempre a la vista... todas las cámaras han de estar enfocadas a mi persona: la muchedumbre ha de seguir cada uno de mis pasos. El Führer ha de arrastrar a las masas, como si fuera un actor; su vestimenta, su mímica y sus gestos, todo eso es importante"

La conquista de Gibraltar

En el encuentro entre Franco y Hitler se trató la conquista de Gibraltar. El nombre cifrado de esta operación era Isabella/Felix. De hecho, se envió a 50 oficiales alemanes a Marruecos, se ensayó la toma del Peñón al noroeste de la ciudad de Besançon, mientras una división española ensayaba el asalto en Algeciras. La operación tenía fecha: enero o febrero de 1941. Jamás se realizó porque Hitler decidió atacar Rusia. El Führer prefería una neutralidad benévola. La España de Franco, fingiendo ser neutral, autorizó la reparación y el suministro de los submarinos y navíos de guerra alemana. Y España apoyó a la Luftwaffe para atacar a la flota angloamericana.

Una tarde con las damas en la Guerra

Eva Braun acostumbraba ver junto a sus amigas películas en color americanas en la bolera. Cuando retornaban al salón, junto a la gran sala en la que se hallaba Hitler, llamaban su atención con sus risas y conversaciones en voz alta. Con ello querían darle a entender que "ya estaba bien de guerras", que ya era hora de que les dedicara su atención. Junto a ellas llegaban también Negus y Stasi, los cachorros de Eva Braun, y se revolcaban por el suelo.

Hitler se presentaba ante las damas. Su faz tenebrosa se aclaraba por momentos. En la vecina gran sala, los ordenanzas encendían el fuego de la chimenea. El dictador, Eva Braun, la hermana de ésta, Gretl, la dama de compañía de Eva, las amigas de Eva, Morell, Hoffmann, Dietrich, Brandt, Bormann, los ayudantes y las secretarias volvían a reunirse allí. Hitler se sentaba junto a la chimenea, al lado de Eva Braun. Las mujeres formaban grupos, sentadas o recostadas en los sofás y los pesados sillones de felpa que formaban un semicírculo en torno al fuego.

De esta manera discurrían lo que se conocía como las tardes del té. Los ordenanzas servían champán, licor, té, café y un refrigerio. Eva Braun estaba sentada con las piernas encogidas y tocada con una gorra de piel. En presencia de Hitler guardaba silencio y prefería escuchar mientras sus amigas charlaban sobre la película que acababan de ver.

En el gran armario de la pared había miles de discos. Hitler prefería música ligera para esas reuniones. Siempre escuchaba las mismas operetas de Lehár y Suppé. La conclusión de la velada era invariablemente la obertura de La viuda alegre. Hitler podía escuchar discos hasta las dos o las dos y media de la madrugada. Sólo entonces se retiraba a sus habitaciones privadas. Eva Braun, por lo general, se acostaba más temprano.

miércoles, 21 de octubre de 2009

El guerrero se rinde

Los animales, por el mero hecho de serlo, no siempre muestran iguales actitudes en sus habituales luchas. No siempre el animal vencedor perdona la vida al vencido cuando éste se encuentra derrotado y completamente a su merced. El caso de las tórtolas es, en tal sentido, ejemplar. Son sádicamente refinadas en la muerte del que se rinde ante ellas, estas aves tan erróneamente consideradas símbolos de paz y delicadeza.

A Freezing Rush  by Alexa Gomez Alexa Gomez

En cambio los lobos, estan muy perseguidos y sin embargo son mucho más nobles. Un lobo vencedor nunca matará al vencido en actitud sumisa. Bastará la simple postración para que la victoria sea un hecho indiscutible para todos los miembros de una manada, incluso para el derrotado, que nunca se revolverá traicioneramente sino que pasará a ser un sincero compañero fiel y leal.

Perspective by Claire Hutton Claire HuttonJustificar a ambos lados

Konrad Lorenz estudia si existe algo parecido a la actitud del lobo en el ser humano. Estudia al guerrero homérico que quiere rendirse y pide gracia; arroja su yelmo y su escudo, cae de rodillas e inclina la cerviz, acciones que manifiestamente facilitarían a su contrario el darle muerte, pero que, en realidad, dificultan semejante acción. Todavía hoy, en los gestos habituales de cortesía se descubren indicios simbólicos de esos de sumisión: reverencias, quitarse el sombrero, presentar las armas en las ceremonias militares.

Por lo demás los gestos de sumisión de los guerreros griegos no parecen haber sido de extraordinaria efectividad; los héroes de Homero no se dejaban influir y por lo menos a este respecto, su corazón no era tan fácil de enternecer como el de los lobos. El cantor nos relata numerosos casos en los cuales el que pedía merced era muerto sin piedad -o a pesar de la piedad-.

También la leyenda heroica germánica abunda en casos donde fallan los gestos de sumisión, y hay que esperar hasta la edad caballeresca del Medievo para encontrar la gracia para el vencido. Sólo el caballero cristiano es, sobre las bases religiosas de su moral, tan caballeresco como pueda serlo el lobo.

sábado, 17 de octubre de 2009

La concentración del sexo

Delicious by Ashley Quenan Ashley Quenan

Si un condenado a muerte sabe que será ejecutado en quince días, su cerebro adquiere una extraordinaria capacidad de concentración. El sexo también concentra maravillosamente la mente y ésta es la razón por la que al hombre civilizado le obsesiona. Le permite saborear cada fracción, cada centímetro, no sólo del acto sexual, sino de la propia vida.

Después el hombre se entristece, hay una bajada de tensión al finalizar el sexo (post coitum triste decían los clásicos ) y no se tarda en volver al estado desconcentrado y desenfocado habitual. La conciencia normal es blanda y su actitud respecto a la realidad, defensiva.

Ésto es lo que Sartre denominó contingencia, la sensación de estar a merced de la suerte. Así unas relaciones sexuales interminables son un intento de escapar de la sensación de contingencia.

Y a esto ayuda que en las condiciones antinaturales de la civilización, el deseo sexual se ve artificialmente incrementado. Los simios en los zoológicos practican constantemente el sexo mientras que en la naturaleza lo tratan con relativa indiferencia.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Brujería y miedo. La velada en Benicarló



Las brujas siempre han existido. Pero su persecución y quema no es propia de la Edad Media ni exclusiva del catolicismo de los países del sur de Europa. Las ejecuciones en las plazas públicas coincidieron con el Renacimiento y el Siglo de Las Luces. Y fue el miedo colectivo el que creó a estos personajes y no al revés. Es el miedo colectivo el que crea la supuesta amenaza que suponen y no al revés.

El fenómeno del miedo de una sociedad puede tener una causa objetiva. Así ocurrió con la epidemia de peste de mediados del siglo XV, conocida como la muerte negra, o las grandes invasiones, como la de los turcos que llegaron a las puertas de Viena.

Pero hay otras explosiones de miedo que no tienen una causa bien definida. A este tipo se corresponde el desatado entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII, cuyo hecho más extremo fue la quema de brujas.

La persecución de las brujas no es algo medieval, sino que aparece con el avance de la razón y la ciencia, ya en la Edad Moderna. Aunque hubo ejecuciones en los siglos anteriores, el fenómeno explota un siglo después de la aparición de la imprenta y a muchas décadas del descubrimiento de América. En concreto, el auge de las persecuciones tiene lugar entre 1575 y 1625.Y las hogueras ardían tanto en la Europa católica como en la protestante.

Las habladurías, los chismes y los rumores son los elementos clave que van dando forma a la amenaza. En ellas, se ve a las brujas como una minoría organizada, que se comunican mediante un código secreto. La mayoría social, para motivar su propio miedo irracional frente a una minoría insignificante a la que niega cualquier posibilidad de defenderse, crea una situación absolutamente mistificada: esa misma minoría se presenta como misteriosamente poderosa.

Es una constante en las explosiones de miedo social que la mayoría elija a la parte más débil En cuanto a las destinatarias de los miedos populares, al principio las víctimas son mujeres viejas. Pero también las hay muy jóvenes. En la lista de las 29 hogueras de Würzburg (Alemania) de 1629 hay niñas menores de 10 años. Es una constante en las explosiones de miedo social que la mayoría elija a la parte más débil como objeto de sus ataques. Y en aquél momento eran las mujeres.

Pero, aunque la minoría perseguida eran las mujeres, la paranoia se extiende después a los forasteros, las feas, pero también las guapas, a los más pobres y los más ricos. La irracionalidad se extiende hasta que, de pronto y quizás por hartazgo social, disminuye hasta desaparecer.

El rostro del acusador era de la masa de nivel medio, carente de rasgos diferenciados, dominada por el miedo, el odio y la envidia hacia aquellos que poseen alguna cualidad sobresaliente.

El miedo social al diferente es una constante universal. La persecución de los primeros cristianos en la parte final del Imperio Romano, donde se les acusaba de participar en ceremonias secretas donde asesinaban a niños y acababan la noche en una orgía, es un buen ejemplo. Gran parte de las denuncias contra los cristianos se basaban en habladurías.

Aunque la expulsión de los judíos de España data de 1492, la persecución y el mito de la pureza de sangre, junto al fenómeno de los cristianos viejos, aparecen en el siglo XVII. los judíos son acusados de practicar extraños ceremoniales y tratos con Satanás. Esto se produce al mismo tiempo que el conflicto con los moriscos se recrudece, prendiendo con fuerza la idea del moro amenazador en la psicología colectiva. Ambos pueblos escriben al revés. Lo que es, para los simples, un signo diabólico.

El victimismo y la sensación de asedio son otras características del miedo social. Los nazis lo explotaron, presentándose como los salvadores de una patria amenazada desde dentro y desde fuera por los judíos. De hecho, el aislamiento creciente que vivió el país fue amplificado por la propaganda nazi.

La velada en Benicarló

El odio que separa a unos españoles de otros, de dónde procede. En La velada en Benicarló escrita por Manuel Azaña en plena Guerra Civil, se propone una respuesta totalmente ligada con el texto anterior, dada por el personaje del abogado Claudio Marón : "El odio es engendro del miedo". "Una parte de España temía, hasta el pavor, a la otra parte. La perenne amenaza y los desquites atroces han mudado el pavor en aborrecimiento y azuzado el espíritu de venganza".

Otro personaje, el escritor Morales, relata como todo empieza con la expulsión de los moros, muchos de los cuáles eran de casta rural convertidos al islamismo, pero más rancios españoles que los propios godos.

Morales recuerda la patética escena de El Quijote en la cual Sancho vuelve a encontrar a su vecino Ricote, expulsado de España por tener el infortunio de haber nacido morisco. "Doquiera que estemos llevamos a España - se lamenta Ricote - que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural".

domingo, 11 de octubre de 2009

La esperanza nos somete

En la parte IV de la Ética señalaba Spinoza que "en la naturaleza no se da ninguna cosa singular sin que se dé otra más potente y más fuerte",y que "dada una cosa cualquiera, se da otra más potente por la que aquella puede ser destruida".

The beginning or the end... by Lindsay Blamey Lindsay Blamei

Lo que es lo mismo: que amor, amistad, arte, generosidad, sacrificio o sabiduría no son más que los monumentos que es capaz de construir el hombre siempre en lucha por una armonía que paradójicamente sólo deja de ser mortal cuando se sabe imaginaria y sin esperanza de arreglo definitivo pues también nos enseña Spinoza que el miedo y la esperanza son los dos procedimientos por los cuales se genera la sumisión de los demás.

Los totalitarismos han funcionado sobre una gran esperanza "a punto de llegar". Situarte fuera de la esperanza es la condición para poder construir esos pequeños ámbitos de libertad.

9pm by Michael Douglass Michael Douglas

jueves, 8 de octubre de 2009

Las píldoras

Schoales Lane, Drogheda by Munich

Tomarlas, en el fondo, es un poco como el sueño de la artificialidad. En contra de lo natural, porque de algún modo lo natural es la muerte. José Bergamín, en sus últimos años, iba al médico y éste le dijo: “¡Hombre, usted está muy bien, salvo los achaques naturales de su edad!” . Y Bergamín le contestó: “Es que usted no se ha dado cuenta de que lo natural a mi edad es morirse”.

The Wise Men Talking by swin


Y esa es mi impresión y que en cambio, la artificialidad es sobrevivir. Me gusta la idea de vida como triunfo más o menos artificial, como truco, como zancadilla a la muerte.

Digamos que las personas se dividen en aquellas que son reacias a tomar medicinas y las otras a quienes les gusta probar sus efectos. Las pro-medicamentos suelen ser menos rigurosas en cuestiones de moral y sexo. Su disposición positiva hacia ese producto farmacéutico que interviene en nuestro organismo requiere alguna desinhibición para exponer el cuerpo. La disposición del cuerpo para experimentar con él y sus efectos inducidos.

Blues Bar by Michal Bladek

Quien hace gesto de no querer tomar esta o aquella píldora reproduce en su actitud la del puritano que teme incurrir en algún acto impuro, mientras quien traga la píldora sin aprehensión hace saber que acepta la sorpresa, el cambio de estado. Quienes no desean medicarse, les pase lo que les pase, denotan a su vez que algo les pasa. Como también quienes se engolosinan en las farmacias dan a conocer síntomas de su yo. Entre tantos rasgos posibles, los pastilleros tienden a ser adictos mientras que los "naturales" tienden a ser adustos.

jueves, 1 de octubre de 2009

El crustáceo del arquitecto Adolf Loos

Siendo un niño, el futuro pintor Oscar Kokoschka (1886-1980) solía ir a un parque público próximo a su domicilio. Allí descubrió un día su despertar sexual al contemplar cómo se balanceaba una niña en un columpio. Desconcertado por ese impulso que parece haberse adueñado de él y también por lo rígida que era la madre de la niña evitando que Oscar se pudiese aproximar a ella, concibe un plan explosivo. Decide fabricar una bomba casera, aprovechando lo que había estudiado en la escuela sobre la composición de la pólvora y coloca el artefacto junto a un hormiguero situado al borde del columpio de marras.

Pero un cálculo heterodoxo en la composición convirtió la explosión en algo mucho más formidable de lo previsto y el estampido no sólo fue tan fuerte que produjo que la niña se cayera del columpio desmayada por el susto, sino que masacró a las confiadas hormigas.

Adolf Loos pintado por Oscar Kokoschka


Treinta años después de esta explosión sentimental Kokoschka visita en París al que había sido su mentor principal, el gran arquitecto Adolf Loos. Entonces Adolf se hallaba autoexiliado en París, enfermo, abandonado por su última mujer, desvariando ya algo y en un estado lamentable de abandono personal. Kokoschka, al poco de iniciar la visita, comprendiendo la situación del viejo maestro, trata de marcharse viendo la angustiosa situación de su amigo, abrumado por resolver la imposible supervivencia de su patria, Austria.

Pero Loos le retiene, e incorporándose del lecho con su pijama lleno de rotos, saca de debajo de la manta un bogavante que chorrea salsa de tomate. Era el plato favorito del arquitecto y generosamente obliga a Kokoschka a compartirlo. Y en un momento de lucidez, Loos explica a Kokoschka que los austriacos perdieron la I Gran Guerra porque en vez de langostas o bogavantes sólo comen albóndigas, strudel y tartas.

Appelstrudel

A veces ni la jardinería ni la pastelería pueden sostener un imperio de opereta como el Austrohúngaro.